Los piratas están en Lima: el Callao ya tiene una historia para el mundo

Piratas

Nadie imaginó que la inocente pregunta de un niño le daría al Perú un lugar en la historia de la animación en 3D. Piratas en el Callao es el cuento que el atareado economista Hernán Garrido Lecca escribió hace unos años para su hijo, y que sin darle tiempo para pensar lo llevaría a conseguir otras metas como llevar su historia al teatro y ahora, con rotundo éxito, también al cine. Y esto gracias a las estrategias de promoción, que en nada se distinguen de las campañas utilizadas por las grandes producciones cinematográficas.

Por Claudia Ugarte *

Quiso hacer un largometraje con personajes reales. Hernán Garrido-Lecca había recibido la propuesta de inversionistas alemanes pero no estaba satisfecho. La idea de hacer del cuento una película venía rondándole por la cabeza desde que en 2002 Pipo Gallo escribiera el guión para su versión en teatro que se estrenó con bastante éxito. En el camino tropezó con Eduardo Schuldt, un experto en animación en 3D que un mes después del primer encuentro le mostró un demo de dos minutos con acciones y personajes del cuento. Garrido-Lecca quedó fascinado por el resultado visual.

Pero la historia no comienza aquí, sino en una casual conversación con su hijo, en 1985. Papá, ¿por qué escribes si nadie te lee?, le dijo el pequeño minutos antes de pedirle un cuento sobre piratas. A Hernán, experto en textos sobre economía y empresas, le pareció una buena idea porque además siempre había deseado ser escritor de ficción, pero quería que la aventura se desarrollara en Perú, y al investigar, lo único que encontró fue la referencia a un ataque de piratas holandeses en el puerto del Callao que nunca se realizó debido a la misteriosa muerte del temible Jacques L’Hermite. Así nació Piratas en el Callao, historia que en su versión cinematográfica adoptará el título de Piratas en el Pacífico (a partir del 29 de abril) para su ingreso en el mercado mundial.

La aventura

En una visita escolar a los calabozos de la Fortaleza del Real Felipe –la más grande construida por los españoles en la América de 1747–, uno de los alumnos, Alberto Cabello, cayó por accidente en un agujero del tiempo y retrocedió hasta 1624, cuando piratas holandeses pretendían asaltar uno de los más grandes envíos del virreinato peruano a la corona. Allí encontró a Ignacio Pérez de Tudela, otra víctima de los juegos del tiempo que había viajado desde el Combate del 2 de Mayo de 1866. Ambos son testigos de cómo Urpi, una bella niña que le roba el corazón a Alberto, junto con otros indígenas fastidiados por la invasión española intentan ayudar a L’Hermite sin saber que les esperaba un peor futuro si los holandeses, conocidos como comerciantes de esclavos, se apoderaban del Perú.

La realización: un reto tecnológico

Después de confiar en Eduardo Schuldt como director de la primera película de animación en 3D en Latinoamérica, Garrido-Lecca se avocó a la producción al lado de José Antonio Chang, Jaime Carbajal y Shirley Svensson. Sobre el guión para teatro, el mismo Pipo Gallo adaptó una versión para el cine, con la revisión y aprobación de Garrido-Lecca y con toques de humor de Schuldt. Éste a su vez convocó a un equipo de animadores especializados del Instituto Toulouse-Lautrec, con los que había trabajado anteriormente, para concentrarlos en la empresa de animación Alpamayo Entertainment. Fueron entre doce y quince técnicos los que se encerraron seis días a la semana durante 12 horas al día por un aproximado de 18 meses para cumplir con los objetivos trazados. La labor se complicaba por la cantidad de personajes que había que animar individualmente, unos 120 en total. Sin embargo, a diferencia de las grandes producciones, que completan un largo animado en tres o cuatro años, Piratas en el Callao se realizó en tiempo récord, aunque su corto periodo de trabajo se debió mas bien a factores económicos.

Las etapas de realización, distintas a una película tradicional, abarcaron además de la investigación histórica para reconstruir el look de la época y el guión, el arte conceptual de los personajes y los escenarios (a cargo de Alonso Vega-Peña), cinco meses de modelado y texturizado, otro seis para la animación y la grabación de las voces, y otros tantos para la edición en previos, la sonorización, los efectos, la musicalización, el envío de imágenes para el tránsfer a película (que se realizó en Estados Unidos), el envío de banda sonora para pasarla a Dolby Digital (una de las más altas tecnologías en sonido) y la sincronización final de audio y video en la empresa FX Sound de Buenos Aires.

La filmación (en formato de 35 milímetros) fue de dos horas y media para editar y cortar a los 78 minutos del resultado final, con 115 mil imágenes para las que se utilizaron 30 computadoras con memoria RAM de tres gygas. No hay que olvidar que el esfuerzo de Alpamayo se complicó aún más al no contar con mayores referentes técnicos de animación en 3D, pues en todo el mundo no son más de 30 las películas que han usado esta tecnología, y en Perú solo se había empleado en cortometrajes y publicidad.

Una aventura aparte fue la grabación de las voces, a cargo de los actores peruanos Stephanie Cayo (que hizo la voz de Alberto, el protagonista), Alberto Isola (L’Hermite), Javier Echevarría (quien interpretó unas 25 voces secundarias) y Magda Botteri (Ignacio), entre otros como Diego Bertie, Enrique Victoria, Salvador del Solar, Miguel Iza y Fabricio Aguilar. La voz unánime es que cumplieron un sueño y lo repetirían sin pensarlo dos veces. Para todos es la primera vez que doblan un personaje animado y reconocen las dificultades de darle vida a un diseño en papel, así como la divertida experiencia de volver a sentirse como niños para llenar de fantasía a la historia. El proceso implicó un registro de voces antes de la animación y otro después de la animación y frente a las pantallas para completar además los detalles del audio como susurros y respiraciones.

La banda sonora está integrada, además de las voces, por el cuidadoso trabajo de efectos de José Carlos Ponce, director de sonido, quien empleó la música incidental compuesta especialmente para la película de Diego Rivera, que con la interpretación de la orquesta sinfónica fue grabada en vivo frente a la pantalla, al igual que las cuatro composiciones de Christopher Farfán, baterista del grupo nacional TK, incluyendo “Juerga pirata”, tema que llevó la letra del vocalista Emilio Pérez de Armas, y “Siete horas y seis meses” del álbum Tentando imaginarios.

La distribución y el “marketeo”

Aunque sea poco usual para las producciones latinoamericanas, fue United International Pictures (UIP) la distribuidora que desde el principio se comprometió a colocar y difundir la película de Schuldt en el mundo, a través de sus más de 100 agencias. El interés en esta animación peruana se debió a su calidad pero también al ordenado trabajo del director, quien concibió la distribución como un paso esencial para asegurar la producción, y a la flexibilidad que mostraron los productores en cuanto a las estrategias de márketing que recomendaba UIP Perú, a través de su gerente general, Héctor Rosas, y que consistían, entre otros detalles, en preparar reportajes de los avances de la película o difundir los diseños del afiche y el trailer con anticipación.

Otra maniobra para recuperar parte del capital invertido –un total de medio millón de dólares– fue la venta de los derechos de uso de los personajes de la película para producir artículos de merchandising, a cargo de P&L Global Network, empresa que tiene presencia en Latinoamérica desde el 2000 y que llegó a un acuerdo con la cadena de hamburguesas Bembos para obsequiar muñecos con los combos infantiles, con Saga Falabella para crear una línea de ropa infantil con diseños de los personajes, además de otros accesorios para el colegio y el dormitorio, y con el diario Expreso para promocionar fascículos de historia con diseños alusivos a la película.

La idea de esta campaña era generar tanta expectativa como la creada por las grandes producciones extranjeras. Para eso había que aprovechar que estaba dirigida a un público abierto de grandes y chicos, con lo que se aseguraba un mayor retorno de la inversión. Esta venta de licencias cambió la mentalidad de los empresarios, acostumbrados a no pagar (o a que les paguen) por el uso de personajes, cuando debería ser al contrario. Otra ventaja en la promoción local era la presencia de los actores y del grupo musical TK, quienes podían ofrecer entrevistas permanentes. Al mismo tiempo, los personajes principales de la historia invadieron las salas de cine semanas antes del estreno para que los niños pudieran tomarse fotos con ellos.

En cuanto a los impresionantes afiches y el material gráfico en general tuvieron el nivel de las producciones más costosas. La responsable fue la empresa Neo Design, que tuvo que retocar los originales debido a que no tenían la resolución necesaria para los grandes tamaños de impresión. Asimismo trabajaron una estrategia basada en etapas de intriga y develamiento. Finalmente, la misma fecha de lanzamiento fue utilizada como parte de la estrategia, al no cometer los errores de otras experiencias nacionales de estrenarse junto con películas extranjeras de gran demanda. Febrero fue ideal no solo porque su público principal estaba de vacaciones sino porque ninguna película de su categoría coincidía en fecha de salida.

Resultados
Piratas en el Callao se estrenó el 24 de febrero simultáneamente en Perú y Bolivia y contó con un total de 12,598 espectadores, colocándose primera en la cartelera nacional y segunda en el ranking histórico de películas de su tipo. Con este resultado, superior a animados de Hollywood como Bob Esponja, la empresa asegura no solo la continuidad de sus proyectos sino su participación en festivales como el Internacional de Cine de Guadalajara, en marzo, y el Seoul International Cartoon & Animation Festival, en agosto, pero todavía le queda disfrutar los éxitos que reúna en los países centroamericanos, donde será estrenada a partir de abril, y en Chile, Argentina, Uruguay, México y Colombia desde mediados de año. La película también planea llegar a China (para lo cual deberá ser traducida al mandarín), al mercado hispano de Estados Unidos y a Europa (después de su doblaje al inglés y a través de Holanda).

Hasta el momento los proyectos que se cuentan en Alpamayo son John-John, el dragón del Lago Titicaca, basado en otro cuento de Hernán Garrido Lecca, la coproducción peruano-argentina Jimmy Button (un niño que regresa a su ciudad después de un largo periodo), la secuela de Piratas en el Callao y Ollantay. Uno de los objetivos es también perfeccionar las técnicas de animación con mejores soportes y software especializado para darle un movimiento más natural a los personajes. La empresa, por el momento, busca consolidarse como un centro de animación que forme profesionales en el campo y al mismo tiempo contribuya a crear una industria del entretenimiento que se imponga en el mercado latinoamericano y que no tenga nada que envidiarle a los grandes estudios.

* Publicado en la Revista Banca y Finanzas, número 4 – enero de 2005

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